¿Eres de los que disfruta de la primera hora de la mañana o la última de la tarde porque es cuando los demás ya no están trabajando y por fin me dejan trabajar a mí?
¿Tu día se evapora entre interrupciones de clientes, proveedores y compañeros de trabajo?
Puede ser muy frustrante trabajar -y vivir- a merced de lo poco o mucho que suene el teléfono hoy.
Atento a esto: ¿te has planteado que NO tienes por qué coger el teléfono solo porque alguien te llame?
Que no, que no tienes por qué cogerlo. Eres LIBRE de devolver la llamada más tarde. Eres LIBRE de fijarte un horario para atender o devolver llamadas que te hayan hecho, y proteger ratitos de tu día para concentrarte en tareas que son importantes para ti, sin aceptar interrupciones.
Créeme, la mitad de las personas que no han podido localizarte por teléfono, te enviarán un correo en el que resumen lo que te querían decir ordenando sus ideas, casi siempre de forma más clara que si te lo hubiesen explicado sobre la marcha en una llamada.
La otra mitad de las veces, las personas solucionarán por ellas solas aquello que no sabían hacer sin tu ayuda hace 15 minutos (esto es especialmente cierto para compañeros de trabajo).
Cuando decides proteger ratitos de tu día con un tiempo libre de interrupciones, tu vida cambia. De pronto vuelves a alinearte con las cosas que tú quieres o necesitas hacer y consigues avanzar en la dirección que es importante para ti.
Tu tiempo tiene valor.
Hoy atendíamos a una persona interesada en trabajar en GOCO, era el dueño de una empresa familiar que tomándoselo con humor nos decía que su teléfono no paraba ni un segundo de sonar durante el día y que su horario laboral se extendía a menudo hasta las 9 de la noche. Lo segundo, admitía, era consecuencia directa de lo primero. Cuando los demás acababan de trabajar era cuando él empezaba a concentrarse.
Pero el tiempo de nuestros clientes, proveedores o compañeros de trabajo NO es más valioso que el nuestro.
De hecho, si somos los dueños de una empresa o lideramos un equipo de trabajo, por definición, nuestro tiempo debería ser más valioso que el de aquellas personas a nuestro cargo.
Dale a tu tiempo el valor que merece y empieza por hacerlo de la siguiente forma:
Organiza tu día en bloques de trabajo.
Esto te va a encantar. Si quieres sacar el máximo partido a tu tiempo puedes -y debes- organizar tu día en bloques de trabajo. Por ejemplo:
“Contestaré correos una vez por la mañana y otra por la tarde”
Fija un horario y NO mires el correo fuera de ese horario. Los correos no dejan de ser otra forma de interrupción, menos agresiva que el teléfono, pero que también tiene el potencial de distraernos de nuestro objetivo del día. Si lo mantienes cerrado hasta la hora que “toque revisar el correo” estás de nuevo protegiendo tus ratitos de concentración.
También puedes organizar tus semanas en bloques de trabajo, un ejemplo:
“Organizaré las facturas de gastos la semana todos los viernes por la tarde”
Durante el resto de la semana puedes acumularlas en un cajón sin dedicarles el tiempo de contabilizarlas en el ordenador una a una, sino todas a la vez el viernes por la tarde.
Haz aquello más importante para ti a primera hora del día
Como suelen decir los americanos “life happens“. Hay cosas que están fuera de nuestro control y de las que no nos podremos escapar.
Por eso, empieza tu día con lo más importante. Te recomendamos que bloquees las dos primeras horas del día, al menos, de 8:00 a 10:00 como tu rato sagrado sin distracciones, dedicado a lo que es importante para ti. Date cuenta de que al cabo del mes, habrás dedicado 40 horas a lo importante, no a “lo urgente”.
A no ser que seas controlador aéreo o jefe de bomberos, a menudo “lo urgente” puede esperar a las 10 de la mañana.
Externaliza esta idea a tu vida fuera del trabajo
Solo apto para valientes. En la era de la inmediatez los demás esperan que contestemos a llamadas y WhatsApps al momento. Pero a no ser que tengas un bebé, o una persona dependiente a tu cargo, prueba a disfrutar de la libertad de no saber dónde está el móvil un ratito de tu fin de semana.
Comprobarás que el mundo no se ha acabado en tu ausencia y que estar conectados es una libertad que tenemos, no una obligación.
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